domingo, 5 de julio de 2009

LA DEMOCRACIA COMO MEJOR SISTEMA DE ORGANIZACIÓN SOCIAL Y LA NECESIDAD DE PERFECCIONARLA

Hemos llegado a un nivel de avance de las sociedades humanas en el cual ya no se discute, salvo por las excepciones que siempre existen, que la democracia es la mejor forma de organización política existente, por lo menos, para el nivel de conciencia y desarrollo moral que tiene actualmente la especie humana.

Hago esa consideración, dado que en un colectivo con una conciencia y una cultura llevadas a niveles muy superiores a los actuales, probablemente, podrían aparecer otras formas de organización (o de falta de) que podrían ser factibles en la práctica.

Pero no estamos en esa realidad, así que volvamos a nuestra imperfecta democracia, imperfecta por la baja participación cívica, imperfecta por la falta de consideración con las minorías, en particular, las étnicas, políticas y sexuales, imperfecta por los vicios que permite en todos los poderes del Estado, imperfecta por las estructuras que la rigen, partiendo por el sistema eleccionario (el binominal) y sobretodo, imperfecta, al fin, desde un punto de vista casi ontológico, porque es normada por una Constitución, la Carta Fundamental, creada en dictadura.

De todas sus imperfecciones (y debido a que es la más obvia y por lo mismo quizás la menos percibida concientemente), la de permitir la existencia de sus enemigos en su propio seno - que se benefician y aprovechan de sus estructuras, cuando no la combaten y mutilan directamente, tratando de remplazarla con sus fórmulas autoritarias- es una que le es connatural, casi por definición; por ello, es que debemos poner especial atención en cambiar y mejorar los aspectos estructurales que la hacen “imperfecta”.

Dos de ellos son: 1) el sistema electoral binominal, que, bajo el subterfugio débilmente argumentable de resguardar la estabilidad de las instituciones políticas, perpetúa una forma bastante poco representativa de elegir a los, valga la redundancia, representantes de la sociedad toda y 2) la vigencia, en democracia, de una Constitución, la “Constitución Política de la República de Chile”, vigente desde 1980 (que ha sufrido algunas reformas menores, las más importantes en 1989 y en 2005).

Adhiero firmemente a los valores transversales y humanistas del Laicismo, que implican el entender y “hacer” la democracia tal como hermosamente la describe Humberto Maturana en su libro “Emociones y Lenguaje en Educación y Política”:
“Hagamos de la democracia un espacio político para la cooperación en la creación de un mundo de convivencia en el que ni pobreza ni abuso, ni tiranía, surjan como modos legítimos de vida. La democracia es una obra de arte político-cotidiana que exige actuar en el saber que no se es dueño de la verdad y que el otro es tan legítimo como uno”.
¡Cuánta sabiduría hay en esta cita… y cuánto laicismo!

En ese sentido, nuestro país, nuestra gente -de todos los espectros y transversalmente en la medida que se defina como democrática-, debe hacer una revisión crítica de lo que rodea a este concepto esencial para tener una sociedad más justa, libre, solidaria y equitativa.
Debemos evitar que, en la práctica, nuestro sistema democrático se parezca más a una plutocracia encubierta, un sistema de gobierno en que el poder lo ostentan quienes poseen las fuentes de riqueza, que a una verdadera y participativa democracia.

Los invito a hacer práctica de esta inquietud:
¡ Partamos por participar de un evento que está en programa inmediato en nuestro lluvioso Concepción invernal: el jueves 9 de julio a las 16:30, en la Universidad de la República, Orompello Nº235 !

El tema es “Asamblea Constituyente” (por una Constitución verdaderamente democrática para nuestro país), con la presencia del ex Ministro de la Corte de Apelaciones de Santiago, Sr. Juan Guzmán T., del miembro de la Red Asamblea Constituyente de Santiago, Sr. Gustavo Ruz y del dirigente sindical de los Trabajadores Subcontratistas, Sr. Cristian Cuevas.

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